Tomás no aguanta más la ineficaz burocracia que juega con la vida de su hijo Sué y decide sacarlo de una vez por todas del hospital, donde su vida se ha ido desvaneciendo con los años entre el abandono y la negligencia. Junto con su hijo mayor, Simón, deciden que es hora de desempolvar una promesa ya olvidada por los años. Harán hasta lo imposible para que el pequeño cumpla su sueño, incluso si para lograrlo deben ingeniárselas para tomar un bus y a su conductor en contra de su voluntad con el objetivo de que los lleve hasta su destino.