Por Jaro Adrianzén
“Jumbo” alcanza sus mejores momentos gracias a los riesgos que toma. Jeanne (Noémie Merlant, de “Retrato de una mujer en llamas”) rehúye de la compañía humana y trabaja limpiando un parque de diversiones durante la noche. Allí ‘conoce’ a Jumbo, la nueva atracción. Su primer encuentro es fascinante: las luces de la máquina, poseída por alguna fuerza desconocida, la cautivan como alguna vez lo hicieron las naves espaciales al grupo de científicos de “Encuentros cercanos de tercer tipo” (1977). En ambos casos, la comunicación a través de luces multicolor es la puerta de entrada a lo desconocido.
En este caso, nos conduce a la pasión y el amor sin fronteras. Con audacia, la directora Zoé Wittock traslada a la ficción un debate de tiempo presente. Hace falta entregarse a esa premisa para disfrutar de los puntos visuales y argumentales más altos en pantalla. El mejor: en el que un cuarto blanco es inundado por el aceite de la máquina, con Jeanne vulnerable y entregada.